Terminé Gauntlgrym hace ya un tiempo, pero desde hace un tiempo, no considero que haya terminado un libro hasta que hago un informe del mismo. Bien, pues ya está, terminado el informe, solo me queda corregirlo. Me han podido las ganas de poner el post xD
Cada vez que termino un libro de Reinos Olvidados tengo una extraña sensación agridulce. Sobre todo si es de Drizzt. Me encanta el sentimiento de abrir uno de estos libros por primera vez, sientes un extraño hormigueo en los dedos que te dice “oh, vamos, date prisa, ponte cómoda y vamos”. Pero no, hay que elegir una banda sonora. Me gusta mucho leer con música de fondo pero tiene que ser la adecuada. Para Gauntlgrym he elegido la banda sonora del rey Arturo por Hans Zimmer, y en ocasiones Faun, porque me gusta el tono celta épico para este tipo de libros.
Con diferencia mis libros favoritos de la saga de Drizzt son los primeros, seguidos de cerca por los últimos, la trilogía de Transiciones. Antes pensaba que Transiciones cerraba una etapa de libros, y así era, pero creo que la etapa definitiva está cerrada con este libro. Y me ha gustado mucho. Como lectura, la verdad es que es un gran choque, pues es un Drizzt muy diferente al que Salvatore nos ha ido acostumbrando a lo largo de la saga.
¡Y además, tengo muchas ganas de ver que va a pasar aquí! El libro, estaba más centrado en otros personajes y tramas que directamente en Drizzt, aunque sus reflexiones han estado presentes en los comienzos de parte. Las tramas entrelazadas son algo que se da mucho en sus libros y me gusta, además, los personajes principales, a los que tanto cariño has cogido, van muriendo, y otros van tomando su lugar y tienes que darte un tiempo para conocerlos.
Además, no he podido evitar llegar al final aun sabiendo lo que iba a pasar, porque tengo las manos inquietas y voy al final del libro como, y quedarme impasible. Es, a mi parecer una de las escenas más tristes sí, pero también de las más bonitas.
Os dejo con mis escenas favoritas. Y las citas.
“-¿Ha cruzado la raya nuestro amigo?- preguntó el drow (Jarlaxle)
-¿De qué raya me estás hablando?
-Combate con más… furia de la que recuerdo –dijo Jarlaxle.
-Ya lleva tiempo asi.
-Desde la pérdida de Catti-Brie y Regis.
[…] -Sin embargo, ¿ha cruzado esa raya? –preguntó de nuevo, volviéndose hacia Bruenor-. ¿Se ha lanzado a un combate que no debería haber empezado?¿Ha dado muestras de no tener clemencia con alguien que la mereciera?¿Ha permitido que fuera su rabia y no su conciencia la que controlara sus espadas?
Bruenor lo miró fijamente, todavía perplejo.
-Tu vacilación me asusta –dijo el elfo oscuro.
-No –respondió Bruenor-, pero tal vez se esté acercando.”
“Eso fue lo que dijiste, allá en el Cutlass. Así te describiste: “Alguien que no ha podido cambiar nada”. –Jarlaxle cerró los ojos y finalmente lo soltó, apartándose de él-. ¿De verdad crees eso? –preguntó más calmado-. La verdad…, tu verdad. Crees que nunca has cambiado nada?
-Tal vez no haya nada que cambiar –replicó Drizzt como si estuviera escupiendo cada palabra.
[…] Drizzt dio un bufido y negó con la cabeza, poniéndose otra vez en marcha corredor abajo, pero Jarlaxle lo sujetó pro el hombro y volvió a empujarlo contra la pared. Su cara reflejaba tanta furia que la mano de Drizzt buscó instintivamente la empuñadura de la cimitarra.
-Jamás digas eso –le dijo Jarlaxle, lanzando saliva con cada palabra.
-¿Y a ti qué te importa? –inquirió Drizzt.
-¿No lo entiendes? –prosiguió el mercenario-. Yo te observaba…, todos te observábamos. Cada vez que una madre matrona, o cualquier otra hembra de Menzoberranzan estaba presente, pronunciábamos tu nombre con rencor, prometiendo vengar a Lloth y matarte. Pero cuando no estaban presentes, el nombre de Drizzt Do’Urden se pronunciaba con envidia, con respeto. No lo entiendes, ¿verdad? Tú ni siquiera reconoces cómo cambiaste las cosas para muchos de nosotros en Menzoberranzan.
-¿Cómo?¿Por qué?
-Porque tú fuiste el que escapó. No te estoy hablando de la ciudad, necio obstinado –replico Jarlaxle, bajando el tono de voz.
Otra vez Drizzt lo miró, perplejo.
-Estoy hablando del legado –explicó Jarlaxle, con voz aún más baja al oír que se aproximaban los demás-. Del destino.”
“Incluso antes de perder a mi amada y a mis queridos amigos, supe que no era una criatura que pudiera vivir en la calma o en una tregua. Sabía que mi naturaleza era la del guerrero También sabía que era más feliz cuando la aventura y la batalla me reclamaban, exigiéndome el uso de esas habilidades que había pasado toda mi vida perfeccionando. […] Me pregunto y temo saber, ¿hasta que punto interfiere en mi conciencia mi deseo de batalla, ese que guardo en el corazón? ¿Es ahora más fácil justificar el uso de mis espadas?
Ese es mi verdadero miedo, que esta furia que me invade se desate en toda su locura, de una manera explosiva, aleatoria y asesina.
¿Mi miedo?
¿O mi esperanza?”
Próximamente…