martes, 27 de septiembre de 2011

Where do we go from here

Hace un tiempo que no escribo por aqui. No he querido hacerlo porque no tenía muy claro que poner. Pero tras el día de hoy, y la charla de esta tarde, siento que debo de poner algo.

¿Recordáis cuando de pequeños os preguntaban qué queríais ser de mayores? Eso, aunque en una edad muy tempranaera un proyecto de futuro. Tú, con los ojos brillantes contestabas a tus padres, o a tu maestra de la escuela...
Yo de pequeña quería ser pastelera, ponía la cocina perdida y mis galletas apenas podían ser comidas, pero me parecía muy divertido. Luego quise ser peluquera, cosa que mis padres atajaron rápidamente: las tijeras no son buenas para los niños. Pasado un tiempo quise ser bibliotecaria. Imaginaba que ahí me dejarían leer todo lo que quisiera mientras estaba sentada en una silla ¡un chollo de trabajo oye! Más tarde quise ser elfa, estaba convencida de que algún día de mayor las orejas se me alargarían, me vestiría con vestidos vaporosos y Legolas me esperaría en la Tierra Media.

Pasaron los años y la vida se fue tornando más seria. Llegó el instituto y en cierto modo muchas cosas y personas buenas quedaron atrás. Me enfrenté a las notas y me enseñaron que solo los mejores conseguían las cosas: que había que ser el mejor en todo si alguna vez querías llegar a ser algo. Si eras el primero, eras el mejor, si eras el segundo solo eras el que iba después del primero y tan solo tenías lo que este había dejado atrás.
Esta fiolosofía me marcó mucho, en mi primer año de instituto. Yo quería ser la mejor. Pero la vida te da lecciones y poco tarde en aprender una: siempre habrá alguien mejor que tú en algo. Al principio lo tomé como un juego, pero eso fue un error. Desde entonces, no encajé en ningún lado: las "chicas que estudiaban" no me tomaban en serio y el resto de la clase ya me tenía fichada como empollona. Al final de ese curso, comencé a vestir el negro.

Después la vida tuvo sus más y sus menos. Pensé que era buena escribiendo, asi que pensé que podría ser escritora. También comencé a estudiar música, y se me daba bien, daba mis pequeños conciertos en el instituto. Me gustaba. Pensé que podría dedicarme a ello. Pero, amigos, llegó el conflicto: ninguna de ellas era una carrera universitaria. Según mis padres eso no me daría de comer, no iba a tener ningún futuro. Así pues seguí buscando, qué hacer con mi vida ahora. Me informé, y la medicina me deslumbró. Siempre me gustó la biología, sobre todo la biología humana, pero la medicina me parecía fascinante. Seres humanos, máquinas perfectas en un precario equilibrio que, si es alterado, puedes responder de la forma que menos te esperes. Y en tus manos y mente está el conocimiento y medios para arreglarlo. La medicina forense y la psiquiatría fueron mis favoritas. El poder saber de qué y cómo murió una persona, reconstruir sus últimos minutos de vida siempre es algo que me ha fascinado. Y la psiquiatría, los intrincados caminos de la mente humana, sus delirios, lo que es invención y locura y lo que no lo es.

No obstante, y cómo todos sabeis, eso tampoco funcionó. Terminé metida en un carrera que había contemplado pero que no era lo que yo quería. Aunque, en muchos aspectos, me sorprendió. Ahora, la he terminado, puedo decir que en cierto modo me he quitado un peso de encima.

¿Y de aqui, a dónde vamos?

Llevo mucho tiempo pensando en el después. En qué voy a hacer ahora. Quiero pensar que soy joven, que 21 años apenas son nada. Las personas que más me quieren, mis amigos y familia, me han dicho que hice mal en dejar mis pasiones, mis sueños. Tienen razón. Nunca debí de dejar de luchar por ellos. Aunque ahora haya pasado un tiempo, quiero que mi vida sea como un musical, como una película de Disney. No quiero lo que quiere todo el mundo: quiero algo especial porque yo no soy como los demás. Quiero soñar y mantener vivo ese sueño de forma que pueda ser feliz y especial a la vez.

Tengo claro quién fui pero, ¿realmente se quién soy ahora?
Apenas me conozco a mi misma, no sabría describirme, no se cuales son mis gustos, mis aficiones, mi forma de vestir, ni muchas veces por qué hago las cosas. Tengo unas lineas generales y tengo toda una personalidad, un interior que no es mío, una compilación de lo que he creido y pensado algo que apenas llega a formar una persona. Mucho menos una persona única. Soy un montón de interrogantes encima de mi cabeza. Se me dio una pluma y un cuaderno en blanco, pero en vez de crear mi propia historia, miraba a los cuadernos de al lado, porque temía hacerlo mal, temía equivocarme. He tardado en entender que era mi propia historia: no podía estar mal, la única forma de hacerlo mal era que no fuera mi propia historia.

Y con el paso del tiempo he olvidado quien era, porque nunca he llegado a escribir mi historia, es normal entonces que no la recuerde. Pero creo que ahora puedo responder a más preguntas. Quiero creer que soy especial, por el mero hecho de ser consciente de que puedo escribir mi propia historia, la mía de verdad.
Se quién fui. Indra: invocadora, vidente, Kailana, jefa de Tar Valon, heredera de Kali, etc, y más importante que todo eso, hija, hermana, madre, esposa, amiga... Y se quién soy: soy Iara. Soy Iara y soy Indra. Soy el resultado, aún proyecto, de haber nacido ahora. Como Indra, nací, viví y murí. Fui de una forma. Ahora, sencillamente, las circunstancias han cambiado, y me han hecho ser de otra forma. Ni mejor ni peor, diferente. Y si muero y regreso, será exactamente lo mismo, aunque tal vez con otro nombre. Pero quiero creer que un nombre no cambia quien soy, puede darle matices, sombras, blancos etc
Tampoco puedo decir que tengo y que no tengo en común ahora y antes, porque ahora no tengo una personalidad propia. Espero tenerla. Tener un nombre no te da una personalidad, no te da las respuestas, las respuestas solo las tiene uno. Y solo si las busca, o las escribe.

Entonces y después de esta parrafada que tal vez no os interese. Where do we go from here? A un lugar al que muchas veces me han ofrecido ir y no he querido por cabezonería, a la libertad de pensamiento y de acción. A la decisión propia. A buscar mis objetivos, mis metas, perseguir mis sueños, estudiar, enriquecerme, teorizar, reir, hablar, investigar, discutir... Conocer gente, si aún no es muy tarde. Yo siempre pienso que más vale tarde que nunca. La vida es una gran aventura, la mayor aventura de todas. Y es algo que siempre debe ser bello y apasionante.

Aún me queda mucho por hacer, no tengo siquiera el prólogo, pero tengo claro que esta vez escribiré mis propias lineas. Simplemente con mi trazo, natural, pensando en cómo soy y porqué. Volver quizá un poco al pasado, a la sencillez de la adolescencia, donde no importaba quién era, sencillamente era. Y desde luego, no era otra persona.

Asi que sencillamente dadme un folio, una página nueva, en blanco de mi vida, y vamos a escribir...

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