sábado, 17 de diciembre de 2011

¡Una de tacones!

Ayer, Tar me pasó una página de un blog de una chica, concretamente, una entrada que hablaba sobre los tacones. Y lo hacía de tal forma que era imposible no sentirse identificada. Eso, y soltar unas buenas carcajadas de forma inevitable.

Ella hablaba, en primer lugar, de una época en la que los tacones iban con ella siempre el fin de semana. Para arreglarse y ponerse estupenda. Evidentemente, molestaban, pero qué más daba, ¿quedan de puta madre no? Luego, cuando volvías a casa después del sufrimiento, tenías verdaderas ganas de cortarte los pies…

Posteriormente, llegó la etapa converse. Converse o bota de montaña, o cualquier otro zapato plano, ancho y extremadamente cómodo. ¿Qué pasa? Que te acostumbras. Claro. Masoquismo lo justo. Y los zapatos planos son estupendos. De hecho me encantan. ¡¡Breaking news!! xD Pero por otro lado, regresa el come-come de los tacones. Te acuerdas de lo bien que quedabas y te lo replanteas. Resultado:

¿Cómo ha sucedido esto? Y más importante, ¿por qué? T_T

Problema: en esos años que has ido con zapato plano forever has mutado hacia una simbiosis con velociraptor y ¡no sabes andar con tacones! Te duelen los pies, te aprietan los dedos, te rozan por todas partes… Los miras con recelo y odio, y vas alternando periodos de ‘oh, qué bien, voy a ponérmelos’ con periodos de ‘me habéis matado, voy a esconderos y no quiero veros jamás’.

La verdad es que no le había dado demasiada importancia al post. O eso pensaba yo. Esta mañana he revisado mi armario en busca de algo que ponerme y he terminado decantándome por un vestido negro. Al final, la situación ha terminado degenerando, y me he dado cuenta de que le lanzaba miradas recelosas a la caja de los tacones de mi Graduación.

Modelo aproximado, los míos son en mate y con algo menos de tacón, espero xD

Los tacones de mi Graduación eran mis tacones largo tiempo buscados. Entiéndase, desde que volví a la posibilidad de tacones, claro: negros, lisos, sin demasiado tacón y cómodos. Cuando terminó mi Graduación dejaron de ser cómodos para convertirse en asesinos en seria, concretamente, dos víctimas: pie izquierdo y pie derecho. Fueron declarados culpables por la República Independiente de mi casa y quedaron relegados pues, hasta que se me curaran los pies xD

Pero entonces, volviendo a esta mañana, fue cuando recordando el post pensé, “Bah, qué demonios, si no me los pongo no me acostumbraré nunca.” Así que sí, me decidí por los tacones con la esperanza de sobrevivir. Y tengo que decir que lo he conseguido. No esperaba caminar tanto, tan solo una comida sencilla y que se me fuera habituando un poco el pie, llevándolos puestos, pero hemos dado un paseo. Sí, mi cara ha sido de hecatombe nuclear cuando lo sugirieron, pero ahora mismo estoy orgullosa de haberlo superado. Grava 0 tacones 1.

Y sí, he visto mi muerte de cerca en ocasiones. He llegado a la conclusión de que la entradilla de casa de mis tíos es similar a un campo minado. Ha habido resbalones traicioneros. Y os lo confieso porque me fío de vosotros y vuestro silencio xD. Pero he decidido no mirar mal a los tacones, hemos firmado una tregua y les he metido cariñosamente en su caja tras cepillarlos.

¿Y esto por qué? Bien, se acerca el 2012 y aún no he pensado detenidamente en mis propósitos, he comenzado a idearlos. Creo que, como vengo haciendo un tiempo, el vestir es muy importante. Dice mucho de una persona. ¿Qué quieres decir de tí? Nunca sabes qué te puede deparar el futuro. Así que sí, voy a hacer equipo con mis tacones por un tiempo, tratar de establecer una relación. Al fin y al cabo, si Olivia puede, yo también.

Olivia aprueba los taconazos

No hay comentarios:

Publicar un comentario